Caminos difíciles de terrecería, bordos, baches, golpes contra la acera… todo eso puede dañar las llantas. El balanceo de los neumáticos consiste en identificar las variaciones de peso que provocan los daños en el caucho. Un segundo paso es evaluar la gravedad de las variaciones y el tercero es compensarlas.
El balanceo de las llantas previene y los pequeños “saltos” que pueden provocar los golpes del neumático y las vibraciones del volante, cuando superas cierta velocidad. También evita el desgaste de las llantas y de la suspensión.